lunes, 10 de febrero de 2014

Capítulo 1



       Y ahí estoy yo... En un estúpido probador de una estúpida tienda, probándome un estúpido vestido para una estúpida fiesta que mi estúpida amiga ha organizado para celebrar el estúpido fin del verano. ¡¡Dios!! ¡¡Qué poco me gustan las compras!! Vicky lo sabe, lo sabe perfectamente, y aun así me obliga a venir de compras con ella y además a comprarme un vestido, cada vez que se le ocurre una de estas genialidades de fiestas. Que, dicho sea de paso, ocurre bastante a menudo. Ella quiere convertirme a su mundo, el de la alta sociedad; pero, a veces no termino de encajar en él. Será porque vengo de una familia media, nacida en Málaga. Me mudé a Madrid con dieciocho años porque a mi padre le trasladó su empresa a la nueva sucursal de la capital. Mis padres siempre hicieron todo lo posible para mandarme a los mejores colegios, para que pudiera estudiar en una de las mejores universidades de España, la Universidad Europea, en la que finalmente cursé Magisterio.

            Cierro los ojos inspirando fuerte y suelto el aire, abriéndolos poco a poco. Me miro al espejo...

            -No está mal...- me digo a mi misma frunciendo el ceño demasiado por lo poco que me gusta estar ahí encerrada.

Es un vestido ceñido, corto- algunos dirían que demasiado corto-, tiene el escote redondo, pero no muy pronunciado, es de media manga y con toda la espalda al aire y, lo mejor de todo, es azul, mi color favorito.

            -Nina, cariño, ¿cómo lo llevas?- oigo a Vicky, que me saca de mis pensamientos, desde el probador de al lado donde se está probando el enésimo vestido. Yo es el primero que me pruebo porque no me convencía ningún otro.

            -Creo que me quedo con éste- digo con voz demasiado cansada y resignada, mientras le echo un vistazo por última vez a cómo me queda el vestido por detrás, y empiezo a quitármelo.

            -Pues, yo no sé...- pongo los ojos en blanco al escucharla, no puede ser que quiera probarse más vestidos; creo que ya quedan pocos modelos en la tienda que no se haya probado hoy o que no tenga ya en casa.

            -¡Seguro que estás guapísima, niña, como siempre!- Termino de vestirme con mi ropa y salgo del probador, esperando impaciente a que mi amiga por fin se decidiera a comprarse ese estúpido vestido.

            -Es que quiero estar preciosa para él esta noche- abre la puerta y sale del probador con, por lo menos, cuatro modelos diferente. Vuelvo a poner los ojos en blanco ante su comentario y al verla tan cargada como siempre-. Creo que me voy a llevar estos dos- deja los otros dos restantes en la entrada del probador.

            -Él siempre te va a ver preciosa, Vicky, ¿es que no ves que lo traes loquito?- me giro y vamos hacia la caja a ponernos en cola-. Vamos, que aún tenemos que comprar las bebidas y algo para picar.

            Damos otra vuelta más por la zapatería, en la que intento convencer a mi amiga de que no se compre otro par de zapatos más, que tiene unos que le vendrían divinos para cualquiera de los dos carísimos vestidos que lleva; todo es inútil cuando se habla de Vicky y zapatos, tiene un zapatero que es casi más grande que mi vestidor entero. Ella sí pertenece a este lujoso mundo: hija de magnate inmobiliario, dueño de varios hoteles en todo el mundo, ha crecido teniéndolo todo. Cuando cumplió los dieciocho, sus padres le compraron nada más y nada menos que un Porsche 911 Turbo en rojo fuego. Yo me conformé con poder comprarme, a los veintitrés, un Opel Corsa de segunda mano, con los ahorros de varios años trabajando de cuidadora de niños.

            Y, por fin, hemos hecho la compra que realmente habíamos venido a hacer. Compramos alcohol como para un regimiento; ya se sabe que en las fiestas que se organizan en ausencia de los padres, siempre aparece más gente de lo que realmente pensabas. Espero que no se desmadre demasiado, no me apetece aguantar a semidesconocidos totalmente borrachos intentando meterme mano.  Pongo mala cara al recordar la última fiesta. Fue hace sólo un par de semanas, en casa de Toni, el novio de Vicky; su querido amigo del alma, Luis, hizo el intento de emborracharme para aprovecharse de mí y al final acabó con la cara colorada del bofetón que le di cuando intentó pasar la mano por debajo de mi falda. ¡¡Semejante imbécil!! 

            Escucho a Vicky en la ducha mientras voy colocando los últimos retoques para la fiesta. Es en su ático, aprovechando que sus padres están de viaje de negocios. Miro el reloj; son las 18:30. La fiesta está convocada para las 20:00, pero aun así resoplo pensando en que debía haberme metido yo antes en el baño, porque tardo muchísimo menos que ella y al final me toca arreglarme con prisas y con la presión de Vicky de que tengo que estar perfectamente maquillada para ver si conquisto a algún ricachón de los que vienen hoy a la fiesta. Como es habitual en las fiestas de la alta sociedad, y sobre todo en las de mi amiga la hija del gran Pedro Granados, se congrega la Jet Set de toda la zona.

            Me tiro en el sofá, pensando definitivamente que yo no pertenezco a ese mundo. Cojo el mando del plasma de 51” del enorme salón del ático y empiezo a hacer zapping buscando algo interesante que ver. No hay nada. Lo dejo en la MTV, donde están echando uno de esos reallyties estúpidos, en los que las que la gente no hace más que hacer chorradas con tal de salir en la tele e intentar convertirse en un famoso.

            A los veinte minutos, oigo que mi amiga ha salido del baño. Miro el reloj; ya son las 19:15. Me levanto resignada para ir al encuentro del torbellino que es Vicky momentos antes de una de sus fiestas.

            Me obliga a plancharme el pelo, a pesar de los inútiles esfuerzos de explicarle que mi pelo nunca aguanta el alisado, y menos con esta humedad de últimos de verano.

            -Es que estás preciosa, Nina- miro su reflejo sonriente en el espejo que tengo delante. Ella está detrás de mí dando los últimos retoques a mi pelo.

            -Lo que tú digas, amiga...- le digo y me pongo en pie sobre los Manolo Blanik que me acaba de prestar. Yo nunca me podría permitir unos zapatos de ochocientos euros-. Gracias por los zapatos.

            -No hay de qué, cariño- me hace un gesto con la mano, quitándole importancia.

            Sobre las 20:30 ya ha llegado todo el mundo. Le echo una mirada a la casa. No hay tanta gente como la última vez. Veo en una esquina, hablando con un par de chicas, al imbécil de Luis; seguro que está urdiendo un plan para intentar llevárselas a las dos a la cama, juntas. Decido ir a por una copa para intentar borrar esa imagen de mi mente. Por el camino, voy saludando a unos y a otros, como es habitual; a la mayoría apenas los conozco. Miro a Vicky con Toni, los dos acurrucaditos, cerca del ventanal que da a la enorme terraza del ático. Están súper enamorados. Una sonrisa se forma en mis labios, porque estoy feliz por ella.

            -Hola- una voz suave me saca de mis pensamientos y me hace dar un brinco con el que casi tiro la copa que tengo en la mano-. No quería asustarla.

            Giro la cara para encontrarme con ese chico, vestido con un traje de chaqueta gris azulado y camisa blanca, pero sin corbata. Nunca lo había visto. Tiene una sonrisa en los labios que hace que se le forme un pequeño hoyuelo en el lado izquierdo de la cara. Me mira a los ojos e inmediatamente eso provoca que baje la mirada y me ruborice.

            -Soy Nicolás Navarro- extiende la mano esperando mi respuesta-, pero puedes llamarme Nico.

            Vuelvo a subir la mirada para volver a fijarme en sus ojos, de un profundo azul claro. Me mira fijamente durante unos segundos que me hacen descontrolarme.

            -Ho... Hola- hablo dubitativa y extiendo la mano temblorosa-, Martina Aguilar.

            -Siento haberla sobresaltado, señorita Aguilar -suelta mi mano y me sigue sonriendo-. Es sólo que la vi aquí sola y vine a ver si nos hacíamos mutua compañía. Mi acompañante hoy me ha fallado.

            Mierda. Tiene novia. Lógico, demasiado guapo y, por el traje que lleva puesto, demasiado rico como para estar soltero.

            -Nina, por favor- le respondo secamente-. Y no me hables de usted, me haces sentir mi madre.

            -De acuerdo, Nina- ladea una sonrisa de nuevo y me guiña un ojo-. ¿Qué te trae por esta fiesta, Nina?

            El guiño me hace perder un poco el norte, hasta que mi razón se repite una y otra vez que no puede ser, que no lo mire de esa forma. Él está ocupado, no hay nada que hacer. Pero es realmente guapo.

            -Ummm...- dudo por el desconcierto que me produce su cercanía. ¿Qué haces Nina? ¡Espabila!- Es la fiesta de mi mejor amiga, Vicky. ¿La conoces?- he conseguido terminar la frase sin tartamudear.

            No sé qué coño tiene este chico, pero no puedo parar de mirarlo. Me empiezo a fijar mejor en algunos detalles. Su pelo es negro como la noche, cejas perfectas, nariz pequeña pero puntiaguda, mandíbula perfectamente cuadrada; tiene una piel pálida, ligeramente sonrosada en los pómulos; los ojos... ¡¡Dios!! ¡¡Qué ojos!! Podría perderme en ellos todo el tiempo del mundo...

            -¿Nina?- de repente, lo escucho y me sobresalto. Me he quedado mirándolo demasiado tiempo y no me he dado cuenta que él seguía hablándome-. ¿Te encuentras bien?

            -Sí, disculpa- mis mejillas se enrojecen al máximo al darme cuenta de lo que he hecho.

            -Te decía que soy un antiguo compañero de instituto de Toni- sonríe y me vuelvo a perder en él-. Mi familia y yo nos mudamos hace unos años a Londres, por negocios de mi padre. Pero ahora he decidido volver a Madrid.

            Mientras él sigue hablando de que ya echaba de menos Madrid y que por eso había decidido volver, yo sigo el examen exhaustivo de aquel chico desconocido. Es bastante alto. Yo mido 1,65m, llevo unos Manolos de 12cms y aun así me saca casi una cabeza. Se le ve una complexión atlética, hombros anchos y... esos ojos... Tengo que esforzarme por escuchar y entender lo que me está diciendo mientras asiento de vez en cuando. Nina, ¡recupera el control!

            -Y tú, ¿de qué conoces a Vicky?- me mira fijamente esperando mi respuesta y se mete una mano en el bolsillo de sus pantalones y con la otra, sujeta una copa.

            -Bueno...- dudo un instante al hablar por lo que me provocan sus ojos fijándose en los míos- la conozco desde que llegué a Madrid con dieciocho años- cojo un poco de aire, carraspeando por tener la garganta seca, y tomo un sorbo de mi copa-. Fue la primera persona que conocí cuando me mudé.

            -Ah, ¿no eres de Madrid?- cambia el peso sobre la pierna contraria mientras bebe de su copa con gesto tranquilo.

            Me quedo absorta mirando sus labios húmedos por el líquido de su copa, lo que hace que me relama los míos perdiéndome en mis pensamientos, pero reacciono antes de que se me note lo atontada que me hace sentir su sola presencia.

            -Eeehh... No, soy de Málaga. Me mudé a esa edad porque trasladaron a mi padre- mientras hablo, intento dejar de mirarlo tan fijamente porque, de un momento a otro, entraré en combustión espontánea si sigo mirando a esos ojos que me pierden totalmente.

            -He viajado por medio mundo, pero Málaga no la conozco. Espero que algún día, si viajo allí, pueda gozar de tu compañía como guía turística.

            -Si no ha cambiado desde hace cinco años que no voy...- me encojo de hombros. Eso, Nina, hazte la indiferente.

            Tamborileo las uñas contra el cristal de mi copa, mirando su contenido y moviendo mi cuerpo hacia los lados, haciendo como la que sigo el ritmo de la música -ha comenzado a sonar Tu jardín con enanitos de Melendi-, cuando lo que realmente hago es concentrarme para no hacer más el ridículo.

            De repente, noto que él me quita la copa de la mano, soltándola en la mesa que hay junto a nosotros y tira de mi mano acercándome a él.

            -¿Bailamos?

            De nuevo, el simple tacto de su mano me hace temblar y asiento como una tonta sin mediar palabra. Me dejo guiar hasta la zona despejada del salón, donde se ha improvisado una pista de baile en la que todos bailan al son de la música. Cuando se para, se gira para mirarme y vuelvo a perderme en esos ojos azul cielo que comienzan a hacerme perder a cordura. Me sonríe inocentemente, pegando mi cuerpo al suyo, agarrando mis caderas. Por impulso, apoyo mis manos sobre sus hombros firmes. Su mirada me hace temblar más aún, así que bajo la mirada, lo que hace que mi cara quede pegada a su pecho. Ese olor, huele de maravilla. Cierro los ojos para perderme un poco en ese olor, es una mezcla entre masculino y fresco.

            -One Million- sus palabras me hacen salir de mi trance y le miro sin entender que ha querido decir-. La colonia que parece gustarte tanto-ríe levemente, lo que me hace enrojecer al máximo.

            Dios mío, nivel de vergüenza llegando al máximo permitido...

            -Yo... yo no...- no sé qué decir y me interrumpe con una carcajada sonora, que le hace vibrar el pecho.

            -No pasa nada, Nina- se encoje de hombros-. Tu cara pensativa es muy sexy, ¿lo sabías?

            Su comentario hace que me ponga más roja aún, y bajo las manos de sus hombros, separándome un poco de él.

            -Lo siento...- me separo y camino hacia el pasillo donde se encuentra la habitación donde suelo dormir cuando me quedo en el piso de Vicky.

            Quiero morirme de la vergüenza. El chico más sexy que probablemente haya visto jamás, me ha pillado olisqueándole como si fuese un perrillo. Voy a encerrarme en la habitación hasta que termine la fiesta y, con un poco de suerte, no lo volveré a ver jamás.

            «Tu cara pensativa es muy sexy», eso es lo que ha dicho después de pillarme infraganti y, dicho sea de paso, reírse de mí en toda mi cara.

            Cuando pongo la mano sobre el pomo de la puerta de la habitación, vuelvo a escuchar su voz.

            -Nina, espera- su tono de voz al pronunciar mi nombre es firme y autoritario.

            -¿Qué quieres?- no quiero mirarle a la cara, no quiero que vea la vergüenza que ahora mismo debe mostrar mi rostro.

            -Mírame - otra vez ese tono.

            -¿Para qué, Nico? ¿Para que puedas volver a reírte de mí?- sigo sin girarme y con la mano aun apoyada en el pomo de la habitación.

            -Yo jamás haría eso, Nina- noto cierto tono de seriedad y de... ¿sinceridad?

            Suelto un suspiro y me giro, apoyándome en la puerta y, sin saber cómo, consigo el valor suficiente para mirarlo a los ojos.

            -Debes pensar que soy una niñata estúpida, que no sabe controlar sus impulsos.

¿De dónde ha salido todo ese valor para hablarle mientras le miro directamente a los ojos?

            -Es a mí a quien le cuesta reprimir los impulsos- alza la mano y me aparta un mechón de la cara, poniéndomelo detrás de la oreja y, acto seguido, acaricia mi mejilla-. Eres tan bonita...

            ¿Qué? No me puedo creer lo que están escuchando mis oídos. Y, mucho menos, lo que están viendo mis ojos. Se inclina ligeramente sobre mí, nuestros labios están a escasos centímetros e, increíblemente, consigo mantenerle la mirada cuando, de repente, una voz chillona y estridente nos interrumpe.

            -¡Nico, cariño!- se acerca a nosotros y él se aparta bruscamente de mí- ¡Llevo un rato buscándote!- la mirada de la chica, baila entre nosotros dos.

            Mierda, la novia.

            -Bárbara...- su cara es de desconcierto-. Pensé que no ibas a venir...

            -Al final he terminado los informes a tiempo y he podido venir antes de que acabe la fiesta- se encoje de hombros-. Vamos a tomar una copa, nene- le coge la mano y tira de él apremiándole.

            Él me mira mientras se aleja por el pasillo con esa rubia despampanante que cuelga de su brazo. Aprieto los ojos para evitar que unas lágrimas de vergüenza se escapen de mis ojos y me meto en la habitación, cerrando la puerta detrás de mí con pestillo y me tiro en la cama bocarriba lanzando los Manolos lo más lejos que puedo. Cojo la almohada y me tapo con ella la cara, gritando de frustración.

            ¿Cómo un tío al que hace escasos veinte minutos conozco, puede haber provocado todas esas sensaciones en mí? Pero hay una sensación que sobresale entre todas: DESEO. Lo he deseado tanto que por un momento, he olvidado que tenía novia e iba a dejarme llevar; hubiera quebrantado uno de mis mayores principios por él. Deseo que ese beso que ha estado a punto de darme, se hubiera producido.

            «Esto no me puede estar pasando a mí», me digo a mi misma en silencio. Lo que faltaba es que me pillaran hablando sola. De aquí al manicomio, vamos.

            El sonido de mi móvil, que había dejado sobre la cómoda de la habitación, me hace salir de mis pensamientos. Es un mensaje de Vicky.


            ¿Dónde estás? ¿Te has fugado con el morenazo? Cuando acabes de pinchar, vuelve y me cuentas jajaja


Resoplo. No quiero volver a esa infernal fiesta, así que respondo.


            Estoy en la habitación, SOLA. Creo que bebí de más. Tranquila, una pastilla, unas cuantas horas de sueño y se me pasa. Pásalo bien.

 

            Evito mencionar al morenazo al que se refiere mi amiga, no quiero que empiece a bombardearme con preguntas e ideas de lo que podría hacer con él en esta habitación en lugar de dormir. Ese pensamiento me hace soltar un suspiro. Tengo que quitármelo de la cabeza.

            Voy al baño, me quito la ropa, me desmaquillo, recojo mi pelo en una coleta cómoda y vuelvo a la habitación, donde me coloco una camiseta ancha y larga que uso para dormir.

            Me vendrá bien dormir. Despejar la mente. Olvidarme de esos ojos que se han clavado en mi cerebro. Me tiro en la cama abrazando la almohada y cierro los ojos, suspirando, con la intención de que un sueño reparador me haga volver a tener un mínimo de uso de razón. Al cabo de unos minutos, consigo que Morfeo me acoja en su seno y me duermo profundamente.
 

8 comentarios:

  1. Muuuy bueno Mandy, lo i promise que continuare leyendo. Sigue asi cariño
    Citlally=)

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  2. Nina y Nico xD fue genial.... definitivamente esta historia me ha atrapado y mira que es el primer capitulo xD
    Ya casi me enamoro Nico xD

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Primer capítulo y ya estoy enganchada, voy a por más! !

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  5. Pues me gusta este 1° capítulo...así que voy al 2°, jeje. 😃😃

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  6. Engancha la historia!! vamos por el capitulo 2!!

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  7. Después de tanto tiempo he conseguido sacar tiempo para leerte! Y me saco el sombrero! Me ha encantado! Voy a por el 2°! Enhorabuena Mandy! (Patri Piñeiro)

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