jueves, 13 de febrero de 2014

Capítulo 5



            Sigue el ascenso de su mano hasta mi cuello, lo que me hace perder el norte. Y, de pronto, noto como sus labios están rozando los míos, sin llegar a presionarlos, como tanteando el terreno. De mi pecho sale un suspiro y me vienen imágenes de la única noche que pasamos juntos. Y, sin más, me encuentro respondiéndole a ese roce. Al notar mi aceptación, él comienza a besarme de forma dulce, como saboreándome, y yo le correspondo de la misma manera. Sus labios saben tan bien que me apremian a que vaya a más, y me encuentro con mi mano sobre su nuca, enredando los dedos entre su pelo, tirando ligeramente de él, lo que hace que le salga un ronco sonido de su garganta. En un movimiento, me encuentro a horcajadas sobre él, rodeándolo con mis brazos, con una de sus manos sobre mi espalda, por debajo de la camiseta, y la otra sobre mi culo, apretándolo. Nuestras lenguas se encuentran recorriendo la boca del otro, batiéndose entre ellas en una especie de lucha de placer húmedo. No puedo evitar ahogar un gemido sobre su boca que me hace separarme por un momento, para poder respirar, de esos labios que me están sometiendo a esa dulce tortura.

            -¡Dios!- no sé por qué me sale siempre la “vena religiosa” en estos momentos.

            -Te he echado tanto de menos...- me susurra, dando besos por mi cuello.

            Yo echo la cabeza hacia atrás, para darle mejor acceso a esa zona tan especialmente sensible de mi cuerpo.

            -Y yo también, joder.

            Nuestros cuerpos se rozan cada vez de forma más intensa. Noto como se va poniendo duro debajo de sus vaqueros, presionando mi sexo a través de la fina tela de mis pantalones y mis braguitas. Eso me hace estremecerme y humedecerme, y me hace jadear. Volvemos a besarnos de forma más salvaje. Su mano sube por mi costado por debajo de mi camiseta hasta llegar a la altura de mi pecho y lo acaricia por el lado, lo que hace que se me ericen los pezones. La otra  mano sigue el mismo camino que la primera, atrapándome de esta forma los dos pechos, masajeándolos, pellizcando mis pezones de forma suave, lo que me hace ahogar un gemido detrás de otro. Cada vez estoy más mojada y me rozo más contra él, moviendo mis caderas en círculos.

 

            Oh!
            Just shoot for the stars
            If it feels right
            Then aim for my heart
            If you feel like
            And take me away
            Make it okay
            I swear I’ll behave

 

            Suenan las primeras frases de la melodía de mi móvil. ¡Empiezo a odiar a Adam Levine en ese mismo instante!

            -No lo cojas, por favor- me suplica David en un susurro ahogado por los jadeos.

            -No pensaba hacerlo.

            Vuelvo a besarlo, presionando mis pechos contra sus manos, buscando su lengua con la mía, con ansia, como una persona que lleva a dieta un mes y le permiten probar un dulce. Decido comprobar lo que se cuece entre sus piernas, metiendo mi mano entre nuestros cuerpos, masajeándolo por encima del pantalón y...

            Riiiing... Riiiing... El teléfono de casa comienza a sonar.

            -¡Me voy a cagar en toda la puta madre que parió a Alexander Graham Bell!- definitivamente, me perdía la boquita en momentos como éste.

            Me separo de su boca mirándole con los ojos perdidos de placer y él protesta intentando volver a besarme.

            -Tengo que coger, puede ser importante...

            Quita sus manos de mi cuerpo a regañadientes y se recuesta en el respaldo del sofá resoplando enfadado. Corro hacia el teléfono y cojo jadeando, y no por la carrera hacia el aparato.

            -¿Quién es?- digo con tono de pocos amigos.

            -Hola, hija- la voz de mi madre suena al otro lado de la línea.

            -Hola, mamá...- contesto, con mucha desgana, y pongo los ojos en blanco. Miro a David, que está con cara de pocos amigos, pidiéndole perdón con la mirada.

            -¿Eso es lo que te alegras de escuchar a tu madre?- mamá y su dramatismo.

            -¿Qué necesitas, mamá?- intento sonar más contenta, dando vueltas por detrás del sofá con el auricular en la oreja.

            -Nada, era sólo para preguntarte cómo estabas y para recordarte que mañana es el cumpleaños de tu padre y quedaste en traer tú la tarta.

            -No lo he olvidado, mamá- en realidad se me había pasado un poco lo de la tarta. Aún tengo que ir a comprar los ingredientes para prepararla.

            -Vale, cariño. ¿Cómo has empezado la semana?

            Lo que me faltaba ahora mismo, yo con un calentón de diez pares de narices y mi madre preguntona. David se levanta y se pone detrás de mí sujetando mis caderas y dando besos por mis hombros, esto tampoco ayudaba al mencionado calentón.

            -Bueno, podría haber sido mejor- suelto un suspiro y me aparto un poco de mi amigo.

            -¿Qué pasa, hija? ¿Has tenido problemas en el trabajo?

            -No, es sólo que no he dormido muy bien hoy.

            David vuelve a agarrarme, pegándome a su cuerpo, y sube dando besos por mi cuello.

            -¡Para!- le susurro mientras tapo el auricular para que mi madre no me escuche y haya otro motivo más de conversación. Le hago una seña hacia el sofá y él se sienta enfurruñado.

            -¿Y eso?- dice mi madre en tono algo preocupado.

            Le cuento a mi madre mi salida de ayer para darle la bienvenida a David, omitiendo las cantidades ingentes de alcohol que hubo por él camino. Sí, tengo 26 años y mi madre aún se piensa que lo más fuerte que tomo es Nestea. Soy su niña pequeña... A mi madre le cae muy bien David, creo que siempre ha deseado que acabáramos juntos, así que se pone muy contenta con la noticia de su vuelta.

            -¡Qué bien que haya vuelto!- se le nota  la felicidad en la voz.

            -Sí...

            Miro a mi amigo, sentado en mi sofá, nervioso, toqueteándose las manos y dando golpecitos con el pie en el suelo. Al verlo allí, mirándome sin saber qué hacer mientras mi madre me sigue dando el discursito, no paro de darle vueltas a las cosas. David me gusta, siempre me ha gustado. Pero me había llegado a convencer de que lo que pasó antes de que se fuera, fue un error. Él se marchó y estuvo casi un mes sin mandar siquiera un mensaje. Y cuando por fin dio señales de vida, hizo como si no recordara nada de aquello. Me partió el corazón.

            -¿Cariño?- la voz de mi madre me saca de mis pensamientos, haciendo apartar la mirada del chico que los tenía ocupados.

            -Perdona, mamá. Me despisté.

            -Te decía que le digas a David que venga a la fiesta de cumpleaños de tu padre.

            -Ejem... Se lo comentaré, pero andará ocupado, no sé si podrá.

            -Tu díselo, seguro que hace un hueco. Tengo ganas de verlo- pues sí que está feliz mi madre de que David esté de vuelta en Madrid-. Os esperamos a las seis en casa.

            -Vale.

            -Hasta mañana, cariño. Cuídate.

            -Hasta mañana, mamá. Te quiero.

            Le cuelgo y dejo el auricular en su sitio. Me quedo parada un instante, cogiendo aire profundamente. Vuelvo al sofá y me siento al lado de mi amigo. Él está con un brazo puesto sobre los ojos y parece estar intentando controlar la respiración.

            -Mi madre te invita al cumpleaños de papá, mañana.

            Me mira con ojos de incrédulo como diciendo ¿de verdad me vas a hablar de tus padres ahora?

            -David, yo...- se incorpora y me mira fijamente.

            -¿Me vas a decir que no estabas deseando hacer lo que acabamos de hacer?- noto cierto tono de enfado en su voz.

            -No es eso, es que...- me levanto, me llevo las manos a la cara para restregarme y doy pasos de un lado a otro-. Tú y yo somos amigos, esto no funcionaría, no deberíamos...- me interrumpo, no sé qué decir.

-¿Qué no deberíamos hacer?- se levanta y da una voz, enfadado.

-¿Qué coño te pasa David?- lo miro a los ojos fijamente.

            -¿Sabes qué me pasa?- resopla acercándose a mí-. Me pasa que llevo un año pensando en ti. Echándote de menos. Pensando en aquella última noche. Cierro los ojos y te veo sobre mí, debajo de mí. Deseando estar cerca de ti a cada segundo. Deseándote.

            Se acerca más a mí poniendo su mano sobre mi mejilla, acariciándola con el pulgar.

            -Te fuiste- suspiro cerrando los ojos.

            -Ojalá hubiera podido quedarme.

            -Te fuiste y no quisiste saber de mí en casi un mes.

            Su mano va desde mi mejilla hacia mi nuca apoyando su frente sobre la mía.

            -Lo siento. Me cagué de miedo- susurra, acariciando nuestras narices-. No supe cómo afrontarlo y...

            -Decidiste que era mejor dejar que yo pensara que yo para ti había sido una más que apuntar en tu agenda de conquistas- le interrumpo con la voz quebrada.

            -Tú nunca fuiste una más. Te quiero, fea.

            -Tú no me quieres, David- me aparto despacio-. No al menos de la forma que quieres creer ahora mismo.

            -Aquella noche fue especial.

            -Sí, lo fue- agacho la mirada-. Para mí fue una de los momentos más especiales de mi vida, pero el vacío que me quedó después aún me duele.

            -Entonces, ¿por qué me rechazas ahora?

            -Porque probablemente aquello no debió pasar entonces, ni debe pasar ahora. Porque podría romper la amistad que tenemos y eso acabaría por romperme el corazón.

            -¿Acaso no soy suficiente para ti?- me mira con dolor.

            -David, no digas eso...

            -¿O es sólo que no soy Nicolás Navarro?

            Lo miro sin entender a qué ha venido ese comentario, y me enfrento a él.

            -No sé qué cojones te pasa con Nico, pero te puedo asegurar que no tiene nada que ver con lo que está pasando aquí. Así que deja el tema.

            ¿Seguro que no lo tenía? Me dirijo hacia la puerta dejándola abierta.

            -Deberías marcharte ahora, antes de que digamos más cosas de las que nos arrepintamos- me mira con ojos entristecidos.

            -Nina...- se acerca, intentando que lo mire a los ojos.

            -Ahora no me apetece seguir hablando- la mirada vuelve a tornársele enfadada.

            -Sí, será mejor que me vaya...

            Atraviesa el umbral de mi casa con cara de enfadado y cierro de un portazo detrás de él. Me dirijo hacia el sofá bufando, maldiciendo entre dientes, y cuando me tumbo, doy patadas al aire, sin saber si estoy más molesta con David o conmigo misma. A los cinco minutos llaman a la puerta y, con cara de pocos amigos, voy a abrirla.

            -¡David, te he dicho que no quiero hablar ahora mismo!- grito mientras abro la puerta.

12 comentarios:

  1. ainnnns,esto se va poniendo cada vez mejorrrr,desando saber quien llama a la puertaaa,sera david o sera nico?quien sabe,lo mismo aparece un tercero,jejejeje

    ResponderEliminar
  2. No me des ideas jajaja Que tal y como va la cosa, Nina se monta una orgía en su casa

    ResponderEliminar
  3. Q cortarrollo la madre!! Jajjaa

    ResponderEliminar
  4. Marinita sigue escribiendo que me tienes en vilo!

    ResponderEliminar
  5. La verdad que me ha enganchado, me intriga poder leer todos los días un poquito , pero me quedo con ganas de más, espero que sigas .....y sorprendenos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro mucho que te esté gustando Erica. Intentaré ir subiendo un capitulo por dìa para ir descubriendo cada día un poco mas sobre los personajes. Si de verdad te gusta, pasa el blog a tus conocid@s. Gracias por tu apoyo!!

      Eliminar
  6. Estuvo genial.... ya quiero saber quien es el que llamo a la puerta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pattylu!! Tu siempre tan ansiosa!! Gracias por apoyarme amiga!!

      Eliminar
  7. Me encanta!!! Ya deSeando saber con quién acabara..esta tía se pondrá las botas!!!

    ResponderEliminar
  8. Esta historia ya me tiene súper enganchada!!! A ver con quien acaba,o con los dos...a por el 6 yaaaa!!!

    ResponderEliminar
  9. Me da a mi que el que llama a la puerta no va a ser David... jajaja que divertida es la historia!!!!

    ResponderEliminar