viernes, 14 de febrero de 2014

Capítulo 7



            La cara que se le queda a mi amiga es un poema. Pasa la vista desde mí hasta Nico y vuelta a mí. Yo me sonrojo al máximo y me tapo la cara, él sonríe como satisfecho. Esto no me puede estar pasando a mí.

            -Vicky, este es...- mi amiga me interrumpe.

            -Nicolás Navarro. Toni me ha hablado de ti- y ella, muy dicharachera, se acerca sonriente y le planta dos besos-. Encantada de poder conocerte por fin.

            -Igualmente. Toni tiene mucha suerte de tener una novia tan guapa- ella finge ruborizarse.

            -Adulador...- me mira como pidiéndome una explicación.

            -Nico me estaba ayudando a hacer la tarta para mi padre. Mañana es su cumpleaños.

            Nos mira a los dos comprobando que sí que tenemos manchas de harina y azúcar por toda la ropa, especialmente yo.

            -Bueno, os dejo que sigáis entonces con vuestras tareas culinarias- mi amiga deja la botella de vino sobre la mesa de centro del salón-. Os dejo el vino para que os lo toméis en la cena.

            -No, si Nico ya se iba, ¿verdad?- lo miro, esperando que me siga la corriente.

            -Aún queda hacer la crema pastelera y la cubierta- me mira alzando las cejas.

            -Puedo hacerlo yo sola- le miro mal.

            -Voy a ayudarte.

            Y su tono autoritario me hace asentir como una tonta y mirar a mi amiga pidiéndole perdón. Pero, por la sonrisa que tiene de oreja a oreja, tiene pinta de que parece que ella está mucho más contenta que yo de que el morenazo se quede a hacerme compañía.

            -Bueno, de todas formas, yo he quedado para cenar con Toni- se lo inventa como excusa Vicky.

            -Pues no le hagas esperar, que estará impaciente por verte- dice con tono divertido Nico, mirando de arriba a abajo a mi amiga.

            ¿Acaso yo no tengo nada que opinar en mi propia casa? Ella se dirige hacia la puerta y, sonriendo, me hace una señal para que me acerque. Le temo cuando pone esa miradita...

            -Aprovecha que lo tienes manchado y en tu casa para que te ponga mirando pa' Cuenca, amiga- susurra mi amiga, pero sin dejar de mirar al chico que está detrás de mí.

            -Vickyyyy…- le digo en tono recriminatorio.

            -Recuerda, no hagas nada que yo no haría- y, divertida, me da un beso en la mejilla y se marcha por las escaleras.

            Cierro la puerta y me encuentro a un muy contento Nico, con aires de victoria en mi salón.

            -¿Estás contento?- le pregunto intentando parecer enfadada, pero en el fondo me derrite tenerlo cerca.

            -Sí- asiente orgulloso-. Te tengo para mí solo.

            ¿Por qué cada palabra que dice este hombre dirigiéndose a mí parece tan tremendamente sexual? Debo tener las hormonas alteradas, porque tengo unas ganas tremendas de lanzarme a ese cuello tan apetecible y... ¡Buuuuf! Concéntrate, Nina, y sigue con lo que estabais haciendo.

            -Sigamos con la tarta.

            Me dirijo a la cocina intentando no mirarle mucho y me interrumpe agarrándome de la cintura, pegando mi espalda a su pecho. Se me acelera la respiración por tenerlo tan cerca de nuevo.

            -¿No vas a ponerme una copa de ese vino que nos ha dejado tu amiga tan amablemente?- susurra en mi oído.

            -Pero tenemos que...

            -Primero el vino, preciosa- me interrumpe.

            -Va...Vale...- tartamudeo, nerviosa.

            Me deja separarme de él, cojo un par de copas de vino del mueble mientras él se sienta en el sofá y vuelvo a su lado, nerviosa como si fuera la primera cita o como estamos todas justo antes de que nos den el primer beso. Me siento una niña indefensa cuando lo tengo cerca pero, a la vez, la forma en que me mira me hace estar segura de mi misma. Todo lo que indica que tengo que alejarme de él es exactamente lo que me hace estar cada vez más cerca. Todo esto va a acabar mal pero, aun así, le estoy siguiendo el juego. Porque eso es lo que es esto para Nico, un juego de cuánto va a tardar en hacerme caer en sus redes. Y yo lo sé, y aun así voy pasito a pasito cayendo cada vez más abajo.

            -¿Dónde tienes el sacacorchos?- interrumpe mis cábalas.

            -En la cocina, en el cajón de al lado del fregadero- se levanta a por él y vuelve en un minuto.

            -Vamos a ver si tu amiga tiene buen gusto para elegir vino.

            Descorcha la botella de vino y nos sirve un poco a cada uno. Después, me tiende una de las copas y levanta la suya hacia mí.

            -¿Brindamos?- me anima a levantar mi copa.

            -¿Por qué quieres brindar?

            -Por los buenos comienzos- acerca su copa a la mía, haciéndolas chocar, sin separar su mirada de mis ojos- y por los mejores finales.

            Brindo con él y bebo toda mi copa de un solo trago a causa de los nervios. Él se ríe y bebe a sorbitos la suya, sin dejar de mirarme, lo que me pone aún más nerviosa, así que me sirvo otra copa. ¿Dónde estaba mi promesa de hace un rato de que no iba a beber más en toda mi existencia? Creo que se había fugado junto con mi cordura en el mismo instante en que Nico apareció en mi vida.

            -¿Nerviosa?

¿Por qué no deja de observarme de esa forma?

            -No- miento-. Sólo es que tenía sed.

            -Mientes muy mal, preciosa.

            Pone una mano sobre mi rodilla desnuda y yo me agarro a mi copa de vino, como si ésta consiguiera hacer que no cayera al abismo.

            -Estás temblando...- me susurra y acaricia mi rodilla.

            -Es el aire acondicionado, creo que está muy fuerte. Creo que voy a apagarlo.

            Suelto la copa en la mesita y me levanto para coger el mando pero, cuando casi estoy de pie, su mano agarra la mía con firmeza y tira de mí hasta hacerme caer, esta vez de lado sobre su regazo, y nuestras caras se quedan a escasos centímetros. Mi respiración se acelera cada vez más, su mirada se hace más intensa y creo que voy a desmayarme de un momento a otro.

            -¿Por qué te resistes tanto a mí?- me pregunta y lleva una de sus manos a mi cuello.

            -¿Por qué no habría de hacerlo?

            -Porque sabes perfectamente que no podrás resistirte eternamente y, cuanto más tiempo te lo niegues, menos tiempo tendremos de disfrutar de lo que estamos deseando hacer desde el mismo momento que nuestros cuerpos se tocaron por primera vez.

            -No… No sé de qué estás hablando, Nico.

            -De esto...

            Y de repente, noto como una de sus manos sube desde mi rodilla por la cara interior de mi muslo, hasta llegar a mi sexo, el cual cubre con toda su palma. Eso me hace cerrar ligeramente las piernas, pero él me lo impide.

            -Cada parte de tu cuerpo me dice que me deseas. Desde tus ojos hasta tu coño que, cada vez más caliente y húmedo, está loco porque le den lo que lleva deseando dos días- me acaricia despacio por encima de las braguitas.

            Pronuncia esas palabras tan cerca de mis labios que la poca fuerza de voluntad que me queda, se esfuma y me encuentro besándolo con  pasión y deseo, agarrándome a su pelo y abriendo ligeramente las piernas para darle mejor acceso a mí. Él corresponde el beso con brusquedad, presionando cada vez más en mi sexo. Es totalmente diferente a lo que siento con David. Con Nico es como más visceral, como dos animales hambrientos de deseo. En un momento, aparta mis braguitas, pasando su dedo corazón entre mis pliegues, resbalando por mi humedad  y acariciando mi clítoris, lo que hace que se me escape un fuerte gemido que me hace separar mis labios de los suyos.

            -Eso es, preciosa, déjate llevar.

            -No... No puedo... No debo...

            -Deja de negártelo, Nina- mueve su mano un poco más, para meter dos dedos en mi interior-. Sólo disfruta.

            Sale de dentro de mí y se pone de pie, cogiéndome en brazos, haciendo que lo rodee con mis piernas, y vuelve a besarme con urgencia, y yo le hago caso y dejo de resistirme y por fin comienzo a disfrutar del hombre al que deseo desde el mismo instante que lo vi.

            Me lleva a la habitación, soltándome a los pies de la cama, se separa de mí y yo protesto.

            -Desnúdate- me ordena y se aparta un par de pasos para poder mirarme.

            -¿Qué?

            -Quiero ver cómo te desnudas para mí. Recuerda Nina, sólo disfruta.

            Cierro los ojos, inspirando profundamente para relajarme, me quito el delantal despacio y, abriendo los ojos, comienzo a bajarme la cremallera lateral del vestido, dejándolo caer al suelo. A la vez que lo aparto, me quito las cuñas.

            -Esto no es justo...- murmuro.

            -¿Qué quieres decir?- se acerca y lleva sus manos a mis pechos, cubriéndolos casi por completo.

            -Que no es justo que yo esté aquí como mi santa madre me trajo al mundo y tu estés completamente vestido, y tocándome y yo sin poder tocar y...- me hace callar tapando mis labios con los suyos sin dejar de masajearme los pechos, y se separa.

            -¿También quieres mirar y tocar?- me lo dice ladeando una sonrisa picarona.

            -¿Lo preguntas en serio?

            -Quiero oírtelo decir.

            Suelta una pequeña carcajada y suelta mis pechos, separándose de mí. Su risa me hace relajarme y me pongo frente a él con los brazos en jarra dando golpecitos con un pie en el suelo. Le echo valor y le suelto.

            -Vamos a ver, chavalote, si quieres seguir tocando y mirando este cuerpecito- le digo señalándome a mí misma-, ya puedes empezar a dejar ver más carne- termino señalando su cuerpo.

            -Sí que tienes ganas- se ríe y se acerca despacio-. Vamos a ver, chavalota, si quieres ver y tocar algo de este cuerpecito- se señala imitando mis movimientos-, ya puedes empezar a desnudarme tu misma.

            Sin esperar más, me lanzo a sus brazos y, mientras nos besamos con ganas, comienzo a subirle la camiseta tocando cada duro musculo de su cuerpo (Dios, qué duro está). Me separo el tiempo y la distancia justa para poder sacarle la camiseta por la cabeza. Aparto la cabeza para poder admirarlo un poco, mordiéndome el labio y pasando las manos por sus duros pectorales, bajando hacia sus abdominales (menuda tabletita se gasta el muchacho) y engancho la hebilla de su cinturón, abriéndola, mientras volvemos a besarnos, hundiendo nuestras lenguas en la boca del otro, recorriendo cada rincón de ellas, como queriendo memorizarnos. Cuando tengo desabrochados los botones de su pantalón, meto la mano, acariciando su creciente erección.

            Noto como ahoga gemidos en mi boca al notar mis caricias, y sus manos viajan hasta mis caderas, bajando poco a poco mis braguitas, dejándolas caer al suelo, y yo me dejo. Porque, aunque me haya querido resistir el mayor tiempo posible, sé que esto es lo que tenía que pasar. Lo sé porque él me lo hace sentir así. Nuestros cuerpos han sido, desde el mismo instante en que se tropezaron, como dos polos opuestos, atrayéndose el uno al otro de forma inequívocamente perfecta.

            -Me estás matando, preciosa- habla sobre mi boca, mordiendo ligeramente el labio inferior y tirando de él-. Túmbate.

            Me empuja ligeramente sobre la cama, haciendo que me recueste sobre ella. Él se queda de pie, observándome mientras se quita los zapatos y el resto de la ropa que le queda puesta. Y entonces, lo veo en todo su esplendor. Cuando lo veo, ahogo un gemido e instintivamente cierro las piernas. ¿Cómo va a caber eso dentro de mí? Él se ríe por mi gesto y yo me sonrojo.

            Sube a la cama de rodillas, abriéndome las piernas para poder verme mejor.

            -No me niegues nunca esta visión- tiemblo ligeramente nerviosa. Antes he sido muy valiente a la hora de decirle que quería tenerlo desnudo, pero ahora...-, ¿entendido?

            Asiento en silencio, porque creo que en ese momento soy incapaz de articular palabra alguna. Lleva su mano hacia mi sexo, abriendo mis pliegues que cada vez están más húmedos y calientes.

            -Ahora quiero que te relajes y disfrutes de lo que voy a darte.

            -¿Qué vas a darme?- le pregunto inocente.

            -Voy a darte placer, mucho placer.
            Y sin decir nada más, agacha su cabeza y la hunde entre mis piernas.
 

7 comentarios:

  1. ainnnnns,ya le vale a nina,primero david ahora nico q bien se lo monta,jeje y cn nico tiene pinta d q se lo pasara muy bien,CM

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  2. No da abasto la pobre. Me alegro que te guste Carmen. Por cierto, hay una encuesta en el lateral. Me gustaría que la respondierais. Gracias por vuestro apoyo!!

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  3. dsd el movil no veo la encuesta,ya lo mirare dsd el ordenadorCM

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  4. Alguien morira de un paro cardiaco cuando sigqs escribiendo asi. Te kiero nena
    Citlally

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  5. Este Nico engancha a cualquiera...queremos más capítulos!!!

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  6. Mandyyyy! No nos puedes dejar asiiii!!!! CML

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  7. Y todo eso pasa un lunes por la tarde?? dios mio que bien empiezan las semanas para Nina!! ahora dime una cosa... ¿donde esta el resto de la historia?????

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